Miguel Mérida campó a sus anchas durante catorce años por las tierras que separan Jaén de Córdoba, en la zona de Alcaudete. En 2008 fue detenido, como presunto autor de múltiples sustracciones. Ahora, prácticamente acabada la instrucción, se aproxima el momento de que se siente en el banquillo.
La figura de Miguel Mérida Gallardo es casi legendaria. Este vecino de Baena rompió el contacto con la civilización y se echó literalmente al monte en 1994. Estuvo en paradero desconocido hasta julio de 2008, cuando fue sorprendido mientras cometía una de sus sustracciones. La historia de este hombre pacífico, que llegó a ser dado por muerto, propició que se hablara del “último bandolero” y que se evocara a personajes como Curro Jiménez.
La figura de Miguel Mérida Gallardo es casi legendaria. Este vecino de Baena rompió el contacto con la civilización y se echó literalmente al monte en 1994. Estuvo en paradero desconocido hasta julio de 2008, cuando fue sorprendido mientras cometía una de sus sustracciones. La historia de este hombre pacífico, que llegó a ser dado por muerto, propició que se hablara del “último bandolero” y que se evocara a personajes como Curro Jiménez.
Sin embargo, la realidad es más prosaica y, después de que la maquinaria judicial se pusiera en marcha, en cuestión de meses podría saberse si es condenado o no. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número dos de Alcalá la Real comenzó la instrucción hace más de tres años y medio. La actual titular, Cristina Luis Vílchez, tiene el trabajo prácticamente acabado.
Según fuentes próximas al caso, el asunto ha estado durante estos años en diligencias previas y ahora pasa a procedimiento abreviado. Dicho en román paladino, el litigio está a solo un paso de llegar a un Penal de Jaén, donde se celebrará el juicio. Eso sí, antes es preceptivo que se pronuncie el fiscal, que deberá presentar su escrito de acusación o solicitar el sobreseimiento. En este último escenario sería posible, pues, que ni siquiera llegara a celebrarse la vista. Los cálculos pasan por que en primavera se eleve la causa. Luego habrá que esperar hasta que se señale un día y una hora para el juicio.
La instrucción no ha resultado precisamente fácil. Desde 2008 se ha recopilado toda la información que había sobre las sustracciones —hurtos en unos casos y robos en otros—, con más de veinte propietarios afectados. Se han preparado atestados individuales y se ha escuchado a los testigos. Por lo que respecta a los “golpes” cometidos en la provincia de Córdoba —menos numerosos—, los juzgados de Baena se abstuvieron en favor de los de Alcalá. Tampoco faltó una exploración psiquiátrica del presunto autor de los hechos. El análisis forense determinó que el hombre es imputable, pese a que se detectaron algunas disfunciones. La Justicia también se tuvo que encargar de los efectos sustraídos. Los deteriorados se tiraron. En cuanto a los demás bienes, aquellos con dueños conocidos se devolvieron y los que carecían de él, se entregaron a fines benéficos o se le entregaron a Miguel Mérida en depósito, para que él mismo los custodiara.
Sobre la situación actual del hombre, todo apunta a que reside en el municipio cordobés de Baena, de donde es oriundo. De hecho, se presenta en sus juzgados los días 1 y 15 de cada mes. Está integrado y no ha creado problemas. Al parecer, durante un tiempo vivió en un pueblo de Sevilla junto con su hermana. De película. A lo largo de más de catorce años Miguel Mérida subsistió de lo que cogía de fincas y casas rurales. Su guarida estaba en uno de los pilares de la Vía Verde del Aceite, justo en el límite entre Jaén y Córdoba. Muy meticuloso, el “bandolero” tenía su vida perfectamente organizada. No le faltaban ni siquiera periódicos y consultaba un calendario, lo que indica que mantenía la noción temporal. En sus correrías llegó a ser grabado por alguna cámara de seguridad instalada por el dueño de una de las casas que asaltó. También se hizo con algún arma de fuego. Al principio su familia llegó a intentar la búsqueda a través del programa televisivo “¿Quién sabe dónde?”. Años después solo él mismo conoce a ciencia cierta la principal incógnita: por qué, un buen día, decidió “esfumarse”.
Según fuentes próximas al caso, el asunto ha estado durante estos años en diligencias previas y ahora pasa a procedimiento abreviado. Dicho en román paladino, el litigio está a solo un paso de llegar a un Penal de Jaén, donde se celebrará el juicio. Eso sí, antes es preceptivo que se pronuncie el fiscal, que deberá presentar su escrito de acusación o solicitar el sobreseimiento. En este último escenario sería posible, pues, que ni siquiera llegara a celebrarse la vista. Los cálculos pasan por que en primavera se eleve la causa. Luego habrá que esperar hasta que se señale un día y una hora para el juicio.
La instrucción no ha resultado precisamente fácil. Desde 2008 se ha recopilado toda la información que había sobre las sustracciones —hurtos en unos casos y robos en otros—, con más de veinte propietarios afectados. Se han preparado atestados individuales y se ha escuchado a los testigos. Por lo que respecta a los “golpes” cometidos en la provincia de Córdoba —menos numerosos—, los juzgados de Baena se abstuvieron en favor de los de Alcalá. Tampoco faltó una exploración psiquiátrica del presunto autor de los hechos. El análisis forense determinó que el hombre es imputable, pese a que se detectaron algunas disfunciones. La Justicia también se tuvo que encargar de los efectos sustraídos. Los deteriorados se tiraron. En cuanto a los demás bienes, aquellos con dueños conocidos se devolvieron y los que carecían de él, se entregaron a fines benéficos o se le entregaron a Miguel Mérida en depósito, para que él mismo los custodiara.
Sobre la situación actual del hombre, todo apunta a que reside en el municipio cordobés de Baena, de donde es oriundo. De hecho, se presenta en sus juzgados los días 1 y 15 de cada mes. Está integrado y no ha creado problemas. Al parecer, durante un tiempo vivió en un pueblo de Sevilla junto con su hermana. De película. A lo largo de más de catorce años Miguel Mérida subsistió de lo que cogía de fincas y casas rurales. Su guarida estaba en uno de los pilares de la Vía Verde del Aceite, justo en el límite entre Jaén y Córdoba. Muy meticuloso, el “bandolero” tenía su vida perfectamente organizada. No le faltaban ni siquiera periódicos y consultaba un calendario, lo que indica que mantenía la noción temporal. En sus correrías llegó a ser grabado por alguna cámara de seguridad instalada por el dueño de una de las casas que asaltó. También se hizo con algún arma de fuego. Al principio su familia llegó a intentar la búsqueda a través del programa televisivo “¿Quién sabe dónde?”. Años después solo él mismo conoce a ciencia cierta la principal incógnita: por qué, un buen día, decidió “esfumarse”.
http://www.diariojaen.es/index.php/menuprovincia/noticias-provinciales/49235-el-bandolero-camina-hacia-el-banquillo
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